A medida que la esperanza de vida en los países europeos sigue aumentando, el mantenimiento de la independencia física en las personas mayores se ha convertido en una de las prioridades dentro de la salud pública. La capacidad para caminar sin ayuda es fundamental en la independencia de la persona mayor. A menudo esta es la primera habilidad que se pierde en el proceso que conduce a la discapacidad. Las personas mayores que tienen un impedimento de movilidad necesitan mayor atención y son más propensos a ser institucionalizados, tienen un mayor riesgo de morbilidad, la mortalidad y la hospitalización, y también experimentan una calidad de vida reducida.
La conceptualización de la fragilidad física y la sarcopenia, tal como se propone en el proyecto SPRINTT, promoverá avances significativos a los enfoques tradicionales, además de una clara identificación de la población afectada y el rápido traslado de los resultados al ámbito clínico.